Hola a todos, chicos. ¿Cómo va el verano? Esperamos que estéis aprovechando a tope vuestro tiempo y que estéis viviendo experiencias que os reporten mucho en vuestro camino.El motivo por el cual os escribimos, no es otro que el hecho de querer compartir con vosotros nuestro campo de trabajo y la realidad social que envuelve al mismo: hablamos de BASIDA.
Para comenzar a redactar nuestra experiencia, vamos a hacer referencia a una cita del poeta Antonio Machado que dice: “Todo llega, todo pasa, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar”
Nuestro campo de trabajo no es una historia fácil de contar, es más bien como una fábula en la que hay dolor, y, como buena fábula, está repleta de maravillas y de felicidad.
Todo comenzó, cuando a lo largo de este curso y tras varias reuniones, el grupo siente la necesidad de embarcarse en una realidad nueva que nos permitiese ampliar nuestra mirada y conocer nuevas opciones de vida; tras varias propuestas sobre la mesa, surgió por parte de los animadores la posibilidad de adentrarnos en una realidad que nos puso los pelos de punta: Basida, y la realidad sobre el VIH, drogadicción…; al principio nos quedamos paralizados, con inquietudes, con miedos, sin confianza…
era un desafío complejo en nuestras vidas, pero a la vez era un reto motivador en nuestro camino personal y en la senda del grupo.
Los días fueron pasando, y cuanto menos tiempo quedaba para que llegase el día de emprender nuestro viaje rumbo a Basida (Aranjuez), ás fuerte, viva e intensa era la llama que nos pedía vivir esta
experiencia.
Llegó el gran día; una furgoneta llena de vida y de armonía nos condujo hasta nuestro destino, y la que posiblemente haya sido una de las experiencias que más nos haya alimentado personalmente y como grupo; las primeras imágenes aún siguen muy vivas en nuestra mente: la imagen de una comunidad de personas que desprendía humildad, austeridad, sencillez, labor… celebrando con un grupo de enfermos, la vida y el mensaje de Jesús mediante la oración, el canto, la puesta en común de experiencias personales…; la sonrisa de Dios estaba presente de una forma muy especial.
Y así, poco a poco, se fueron sucediendo los días junto a los cuales iban floreciendo nuevos descubrimientos, planteamientos, experiencias de Dios.
La magia, la fuerza y la ilusión de una comunidad que empezó de la nada, y que bajo el mensaje de Dios, la fe en el amor y el contexto que envuelve a este, han logrado crear un oasis de esperanza, ternura, compromiso, colaboración y renacimiento para muchas vidas; para nuestras vidas.
Entraron, vieron y creyeron; tres palabras que definen el testimonio de una comunidad que sigue en pie con la misma ilusión que el primer día; desde la vida en grupo, sintieron la necesidad de servir desde Dios de una forma plena, por lo cual surgió el motivo que ha acompañado a la comunidad desde sus inicios: VIH y su contexto. Es increíble ver opciones de vida de este estilo en los tiempos que corren, donde la vía fácil es casi siempre la primera opción; de esta forma, dejando atrás y renunciando a otras formas de vida, pareja, fiesta… deciden emprender el duro pero felizmente retroalimentado camino del acompañamiento de enfermos.
Y ahora… los enfermos, o como ellos decían, “lo mejor de cada casa”. Muchas vidas, muchas experiencias, muchos testimonios que se aúnan y forman Basida. Vidas que proceden del tráfico y consumo de droga, la delincuencia, el abandono, la soledad… pequeños granos de arena que deambulan sin rumbo por el mundo, pero que unidos logran construir y levantar una sólida montaña, cuyos pilares son el amor que se profesan unos a otros y el esfuerzo de la comunidad y los voluntarios que creen en
ese amor y en un mundo un poquito mejor.
¿Qué nos dice Dios en todo esto?¿De qué forma orienta mi vida esta experiencia y este testimonio? Estas, y muchas otras preguntas son las que ahora nos invaden razón y corazón… y es que merece la pena vivir para los demás ¿no crees?
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